¿Existe hoy día realmente la libertad de pensamiento y expresión? Hace años, hablar de ateísmo, de libertad sexual, de feminismo, de homosexualidad, era un tema tabú y pocos defendían sus criterios o ideas al respecto, aunque desde los años sesenta y setenta del siglo XX las cosas fueron cambiando y se pasó a cierta tolerancia o respeto hacia estas tendencias. Con respecto al movimiento LGTBI, como ya explicamos antes, la mayor parte de las personas décadas atrás no aceptaban tales conductas y se veía mal que alguien con esas tendencias las demostrase abiertamente, por lo general, era señalado, vilipendiado, en muchos lugares significaba encarcelamiento o privaciones, incluso maltrato y muerte. Artistas y personas importantes socialmente hablando ocultaban su tendencia sexual y aparentaban ser normales desde el punto de vista de lo moralmente establecido en su época.
No obstante, en un proceso de varias décadas, la ventana de
Overton se ha abierto en una dirección opuesta, no solo en este tema si no en
otros relacionados con el sexo: Hoy día en la mayor parte del mundo occidental,
expresarse libremente solo se atreven aquellos que expresan que creen en la
libertad de elección sexual, el hombre moderno solo puede hablar bien de la
igualdad absoluta de los sexos, el hombre actual está obligado a ver la
homosexualidad como una alternativa natural, el máximo exponente de la libertad
sería que desde niños pudiéramos sentirnos con la libertad de elegir con que
alternativa sexual nos identificamos, que se legalice el matrimonio gay y que
la gente ame a quien quiera. Ciertos grupos de poder considerados avanzados y
progresistas se afanan por influir en el pensamiento de las políticas a aplicar.
¿Qué sucedería si alguien, aunque sea una autoridad en ciencia se atreviera a
comentar que la homosexualidad no es natural, en el mejor de los casos no
conduce a nada y va contra la continuidad de la especie? ¿Qué hay si menciona
que la transexualidad es un defecto o trastorno físico de difícil solución? Aunque
en privado lo piense, decirlo en público puede costarle el puesto, su reputación,
incluso puede arriesgarse a ser tachado de homófogo y sufrir las consecuencias.
Algo similar ocurre con la igualdad de género, diferenciar la violencia machista y defender los derechos de las mujeres en aspectos laborales y de otra índole es algo normal y correcto. Pero la meta del ideal feminista es que exista una paridad absoluta en sueldos, en la cantidad de mujeres en los centros directivos de las empresas, en los gobiernos y que las labores del hogar, cuidado de niños o mayores recaiga en ambos. Lamentablemente es un ideal de complicada aplicación práctica, no solo porque el hombre no quiera compartir su posición en cuanto a lo laboral, si no que no hay suficiente empleo bien remunerado para todos, tampoco es atractivo cualquier trabajo para todas las mujeres, muy pocas buscan ser mineras, no siempre se puede equiparar la fuerza natural de un hombre con la de una mujer para determinadas labores físicas, ellas y ellos tienen otras preferencias. Pocas familias contratarían a un hombre adulto para cuidar de sus hijos, trabajos relacionados con la construcción, en asuntos técnicos pocas mujeres lo escogen y el sistema tiene sus límites.
Otro asunto es el trato entre sexos. Ya no solo se pide respeto y buenos modales, el feminismo extremo exige que el hombre no se atreva a tocar, piropear, ni besar a una mujer sin su consentimiento. Se han dado casos de denuncias hacia hombres por llamar guapa a una mujer o propinar un beso en determinado momento. Y una opinión discordante en esta materia sensible está muy mal visto, los medios de comunicación se esfuerzan por criticar cualquier discrepancia en estos asuntos, pero en ocasiones da la impresión de que el ideal de igualdad que se busca se coloca por encima de la propia naturaleza humana, al extremo de influir en las formas, el trato entre sexos, al considerar ofensivo el piropo, la alabanza de lo físico, y por supuesto no nos referimos a los comentarios obscenos o actos de exhibicionismo sexual que si entrarían en la categoría de ofensas, pero hay una diferencia entre eso y lo anterior, luego están las formas educadas de dejar pasar a la dama antes, abrirle las puertas del vehículo, colocarles la silla en el restaurante, o tomarle la mano al bajar de un tren, esto en ocasiones se llega a considerar como una actitud de micromachismo que busca la subordinación de la mujer por considerarla inferior, como una forma de demostrar quién es el poderoso o más fuerte. También es verdad que un hombre por lo general no se muestra galante hacia otro hombre, pues siempre se ha considerado que la galantería y buenas formas se usan al tratar a una dama, pero esto, ahora se intenta señalar como denigrante. Los piropos o saludos de desconocidos se ven como manifestaciones de acoso y una mirada por atracción como forma de violencia.
Parece a todas luces que se busca una igualdad ideal y respetuosa, pero que como hemos dicho antes, va más allá de la naturaleza humana. Pues física y cerebralmente queda claro que no somos iguales, no se debe obviar las diferencias físicas, así como no se pueden forzar los gustos, tendencias, deseos, intenciones internas y maneras de sentir o actuar hacia el sexo opuesto. El hombre si está sano, físicamente se considera más fuerte que una mujer en igualdad de condiciones y por ello quizás considere apropiado ayudar a una mujer a llevar el peso, o ayudarla si se encuentra en peligro a costa de arriesgar su propia vida, es difícil imaginar eso a la inversa, o si en un barco se trata de salvar a alguien, se ve bien que mujeres y niños se salven primero, pues se considera más indispensable salvar a una madre que a un padre, pocos hombres y mujeres cuestionarían eso o lo considerarían machista. Por otro lado, cuando hablamos de un hombre hetero, cuya naturaleza es sentirse atraído por una mujer, su vista de manera natural será observar la belleza de esta o fijarse casi instintivamente en los atributos femeninos, por supuesto controlando sus instintos más básicos. Por otro lado, una mujer igualmente actuará de una manera específica para atraer la atención de los hombres, difícilmente se sentirá libre de tomar la iniciativa, a veces sin darse cuenta de ello, en ambos casos se hace bajo el influjo del subconsciente interno y natural no necesariamente aprendido. La actual situación en la que se fuerza una supuesta igualdad que más bien parece una relación reglamentada, donde es difícil saber cómo actuar sin ofender, puede hacer muy difícil encontrar pareja, sobre todo a partir de la frontera de los 25 años, que es cuando los tradicionales cánones de conducta hacia el sexo opuesto están en entredicho, por eso son muchos los que buscan pareja desde aplicaciones, páginas web o programas de televisión que les den la oportunidad de demostrar sus deseos naturales sin “importunar” a nadie, se extiende el miedo o la inseguridad ante el sexo opuesto. Aunque en la sociedad aparentemente impera la libertad sexual.
Por
otro lado, ciertas decisiones desesperadas, forzadas por las circunstancias se
conviertan en derechos. Por ejemplo, abortar es un derecho primordial de la
mujer y poder morir cuando uno lo desea como el legítimo paradigma de libertad.
Decir lo contrario o rechazar tales conductas, actitudes, derechos y libertades
está muy mal visto y pocos se atreven a alzarse contra estos nuevos paradigmas.
En occidente hay cosas de las cuales a muchos les gusta presumir y reciben a
menudo los aplausos de los demás, entre otras está el rechazo a las
instituciones religiosas, no aceptar la fe o las creencias, renegar de Dios,
denigrar lo espiritual, negar y repudiar las normas de antaño, considerarlas
opresoras y desfasadas. El mal o el bien son conceptos relativizados, que no
tienen el mismo sentido tradicional.
Todavía
hay quienes, desde su posición política e ideológica se atreven a expresar su
rechazo moderado o extremo a estos cambios, pero los medios de comunicación, el
cine, la radio y otros medios, en una actitud de autocensura, silencian o
vilipendian a quienes hablan contrario a estas cosas. En pocos años, hablar o sencillamente expresar
objeciones a algunas de estas conductas, o no comulgar con este tipo de
criterios se considerará un delito y todos aquellos que no aboguen por ese
punto de vista serán atacados por la sociedad y castigados por las leyes. La
ventana de Overton está funcionando.
La
cultura Woke está forzando a que estos asuntos se apliquen en todo ámbito, dese
las escuelas, el cine, la televisión, radio, los comunicadores de hoy ya no son
libres de expresarse sin temer a ser atacados de alguna u otra manera.
Realmente nadie se considera Woke, pues es un nombre despectivo interpuesto por
el lado contrario para señalar a aquellos que quieren forzar a la sociedad a
ser feministas, ecologistas y apoyadores del movimiento LGTBI. No pretendemos
concienciar hacia a un lado u otro al lector, tampoco atacar ninguna tendencia,
ni indicar qué es bueno o malo, ni rechazar la libertad ni los derechos de los
que antaño han sido discriminados y atacados por su condición sexual, tampoco
atacar a quien piense distinto, sencillamente estamos exponiendo lo que ahora
se considera políticamente correcto.
Por
ejemplo, en mi caso al escribir sobre esto, siento que tengo que medir mucho
las palabras para evitar que algunos vean ofensivo lo que expongo, me acusen de
machista, homófogo o retrógrado, o por el contrario, recelen que con mis
palabras apoyo la revolución woke, por tanto ya no estoy escribiendo libremente
lo que pienso, tengo que medirme y restringirme, pese a que nunca me ha gustado
atacar a una u otra forma de pensar y me considero absolutamente neutral en lo
político, pero no me siento ahora mismo libre, como no se ven libres millones
de personas que tienen que restringir lo que piensan o sienten en pro de una
sociedad que busca el control sistemático del pensamiento y de lo que está bien
o mal. En determinados casos, se utiliza esa supuesta manipulación a fin de
obtener resultados positivos en la sociedad, mejorar, concienciar y se
consigue. Así repetir lo del cambio climático, llamar la atención a las
catástrofes naturales y relacionarlas todas con el calentamiento global logra
hacer que muchas personas se conciencien en la cultura del reciclaje, utilización
de los transportes públicos y otras actitudes cívicas, eso en sí nos es malo,
independientemente de que algunos lo consideren una exageración interesada. Lo
mismo podemos decir de la violencia sexual o de género. Por supuesto en
ocasiones los medios, faltando a la verdad, sobre todo cuando se resaltan
noticias sobre estos hechos, amplificando su magnitud, ocultando las
acusaciones que resultan falsas, hacen pensar que hay un aumento de la
violencia machista o sexual, cuando en realidad si se tienen en cuenta los datos estadísticos de años atrás se
observa una disminución general de estas cosas. Y los resultados son positivos,
pues con esto se consigue, si bien no eliminar, si reducir aún más los delitos
relacionados con esto y concienciar a la sociedad de no tolerar la violencia en
el ámbito familiar. Es la principal razón de que los casos de violencia
doméstica en España, por ejemplo se han reducido notablemente, sobre todo desde
que las estadísticas empezaron a contar allá por el año 2004. Antaño se
contaban por cientos los casos, ahora una cuantas decenas. Sin embargo, la
sociedad piensa que el mal va a peor y hay que luchar por atajarlo, se ha
logrado concienciar a la sociedad de la importancia de denunciar cualquier acto
que indique violencia de un hombre hacia una mujer y está dando buenos resultados.
En este caso, se puede decir que el fin justifica las maneras.
Sacar
estos ejemplos a colación es tan solo para demostrar cómo funciona la ventana
de Overton, para bien o para mal, no pretendo negar la realidad, todo lo
contrario, ser lo más objetivo posible. Pero, esto no evita que en la situación
actual, estemos inmersos en una pugna ideológica constante, vivimos en una ápoca
en el que subsisten dos polos opuestos y enfrentados sin posibilidad de acuerdo
alguno, el enfrentamiento ideológico está servido, pues hay muchos movimientos
conservadores que no ven con buenos ojos asuntos, como el matrimonio gay o el
aborto, sin embargo, la balanza parece inclinarse más por la causa progresista,
pues en muchos países, incluso bajo gobiernos conservadores no se atreverían a
derogar ciertas leyes o derechos de aquellos grupos de presión. Pero, por
alguna razón, la población se ha polarizado y radicalizado. Lo mismo sucede en
cuanto a ideología política, no parece existir término medio, es decir o se es
de izquierda, progresista, ecologista, feminista y ateo o se es de derecha,
conservador, creyente, defensor de la familia y que niega el cambio climático.
Ambos lados mantienen unos parámetros enfrentados, sin contar con que hay mucha
gente con opiniones distintas y relativamente moderadas en ambos lados, hay muchos
que apoyan criterios de ambos lados y otros que rechazan politizar sus ideas,
pero cuya libertad de pensamiento está siendo pisoteado o presionado para que apoye
unas tendencias y reniegue de las otras.
Visto
así, dejarse llevar por la opinión pública o la conciencia colectiva es como
dejarse arrastrar de aquí para allá por todo viento de cambiante ideología o
enseñanza, no es usar su verdadera libertad con conocimiento de causa, si no
por lo que es popular en el momento. Antiguamente, en la edad media se quemaban
a los que discrepaban de lo que la Iglesia afirmaba, o quien se atreviera a
contradecir al rey de turno, se acusaba de brujería a la mujer libre, claro que
eran una minoría de personas las que estaban bajo ataque, por más que se diga
que eran muchos. Ahora, sin embargo se discrimina y criminaliza a quien
defienda ciertos tipos de creencia y la tendencia al menos en occidente parece
llevarnos a un mundo ateo y donde lo políticamente correcto modificará los
parámetros de libertad, pues los no afines a ese ideario serán una minoría. Como
vemos, lo que se repite en todos los casos es que las opiniones minoritarias
siempre serán mal vistas y atacadas de una u otra manera. Se nos supone una
sociedad más libre, pero no lo es realmente.
Excelente artículo y respetuoso con todos. Pero lo que pienso totalmente es que la cultura Woke o como se llamen es el cáncer de la sociedad.
ResponderEliminarAlgunos sociologos lo ven como una autocorrección de la sociedad, así como lo vivido en la primera década del 2000 supusieron una corrección de los excesos de las anteriores décadas. En este caso, se trataría de corregir lo corregido. Otros consideran que hay otros venenos, como son el liberalismo y el consumismo que han convertido a los humanos en cánceres para el planeta.
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