La conciencia, el gobierno del yo







Conciencia vs Consciencia

Aunque los términos "conciencia" y "consciencia" se utilizan, en el ámbito coloquial, indistintamente para definir el estado de percepción individual, o la sensación de estar vivos, no son expresiones que se deban intercambiar. A menudo encuentro en libros sobre epistemología, ciencia de la mente o sobre las funciones del cerebro, ideas que parecen confundir ambas acepciones cuando al tratar sobre psicología cognitiva, hablan de la conciencia en términos de pensamiento y conocimiento del yo. Debemos dejar claro, no obstante, que, cuando en este blog hablemos de "conciencia" nos referimos a una expresión que conlleva un sentido moral, es decir se define “conciencia” a la capacidad para distinguir entre el bien y el mal. Y es algo que si bien parece intrínseco en el humano, es una capacidad muy subjetiva y voluble, ya que en gran medida está condicionada por la enseñanza, educación y costumbres a las que un individuo se expone en su vida. Sin embargo, cuando hablemos de la "consciencia" (con "s"), esta no es un atributo sino un estado, es decir si se dice de alguien que no tiene conciencia, o es inconciente, entendemos que es alguien que actúa por impulso, egoístamente y sin cumplir las normas, mientras que si decimos que alguien no tiene consciencia es que está en una situación de anulación mental, que no piensa o siente, en defintiva está inconsciente. Podemos estar conscientes, es decir tener la capacidad de pensar y sentir desde nuestro yo interno y no demostrar conciencia, pero jamás alguien puede demostrar tener conciencia si se encuentra inconsciente. 

Centrándonos en la conciencia, según cierta obra de consulta, esta es la capacidad de la persona de mirarse a sí misma y enjuiciarse, un sentido interno de lo correcto y lo incorrecto, sentido que excusa o acusa al individuo. Podemos afirmar que esta es una virtud de nuestro cerebro muy amoldable, que puede cambiar radicalmente en un mismo individuo. Algunos afirman que de alguna manera ya nacemos con una conciencia básica, un verso bíblico dice: (los humanos), son los mismísimos que demuestran que la sustancia de las ley está escrita en sus corazones, sin necesidad de que se nos eduque en ello. Matar, mentir, robar, engañar, están mal vistas en cualquier lugar, todas las diferentes civilizaciones han impuesto leyes y normas al respecto y según algunos antropólogos, esto es porque es parte de la conciencia innata. Sin embargo, debemos decir que estas mismas son las faltas que más cometemos, y las que más luchamos por justificar.

Un ejemplo de cómo trabaja la conciencia y hasta qué grado es flexible, es el del soldado. Un soldado de un ejército bien entrenado, mata a otras personas, sin que a este necesariamente le remuerda la conciencia al hacerlo, en este caso su deber patriótico o el instinto de defensa le hacen disparar al enemigo sin cuestionarse sentimientos y sin que su conciencia se perturbe o le detenga de hacerlo, recibe órdenes y toda la responsabilidad de sus actos reside en otros, no en él. Sin embargo, fuera de ese ámbito, aquel soldado no se siente libre de matar a cualquier persona que pase delante de su casa. Pero hay más, puede que con el tiempo ese mismo soldado, cambie de opinión, abandone el ejército porque es convencido por los argumentos de un movimiento pacifista o religioso, que tal vez le muestre lo malo que es matar en cualquier circunstancia. Ahora, este antiguo soldado estaría dispuesto a perder privilegios, libertades, o cualquier otra cosa, incluso la vida, con tal de respetar su nueva conciencia. No hay por tanto un solo camino para la conciencia, sino muchos y muy variados. Se puede afirmar que es una cualidad voluble y cambiante, que además aprende y se modifica con el conocimiento adquirido.

Por otro lado, algunos insisten que la conciencia es parte de la naturaleza biológica del hombre, tratando de demostrar que nuestra conciencia moral está arraigada en nuestra biología en vez de ser dirigida, desde y por nuestro intelecto. Pero quienes realizan estas afirmaciones, lo hacen por el temor a no saber explicar esta cualidad humana o que tengan que recurrir a la metafísica para ello. Simplificar esta cualidad humana, como algo que se encuentra en nuestras células cerebrales, como una función neuronal mas, es simplificar demasiado el concepto. 

¿Dónde se encuentra la Conciencia? 

Tampoco queda claro el punto específico donde se centra esta conciencia o gobierno del yo. Se habla por ejemplo de las diferencias entre los hemisferios cerebrales, que de alguna manera nos pueden dar pistas sobre el funcionamiento de la conciencia o de la fuente de esta. De esa manera si hablamos del hemisferio izquierdo, aparte de controlar el lado derecho de nuestras extremidades, decimos que es la parte lógica, racional, lineal, basada en la realidad, que sigue directivas; entre otras cosas gobierna el habla, el lenguaje, la atención, el control del tiempo, la asociación auditiva, la comprensión abstracta y simbólica de las cosas. Por otro lado, el hemisferio derecho es la parte intuitiva, artística, donde se forma la fantasía, la imaginación, la creatividad; gobierna las emociones y los sentimientos, es totalmente analógico, carece de interpretación simbólica y dice que más que ver, visualiza y no lleva control de tiempo ni de directrices. Visto así, se podría concluir que la conciencia está en el lado izquierdo, aunque también se podría decir de otra manera: Que parte de la conciencia, la moral, la que controla nuestras acciones e impulsos, está en el lado izquierdo y la que nos autoriza, justifica y libera está en el lado derecho. Pero de nuevo podemos también afirmar que en estos casos las cualidades de cada hemisferio influyen en la conciencia, pero no la contienen en sí. En definitiva, la conciencia, puede que no esté en un lugar concreto.

Bien es cierto que ha habido ocasiones, tras un traumatismo causado por accidente, donde cierta área del cerebro queda dañada, en el que los sentimientos y actitudes de la persona se ven afectadas, y eso para muchos, es suficiente prueba para realzar sus afirmaciones sobre el origen biológico de esta. Pero los casos documentados solo nos hablan de conducta y sentimientos, pero no de moral. Además, tampoco parece que los sentimientos de cierta persona queden anulados totalmente, pues el sistema límbico, donde al parecer se forman nuestras emociones toca varias partes del cerebro, cerebelo, hipocampo, etc.

De la misma forma, se dice que la conciencia moral se desarrolla en determinadas secciones cerebrales. Por ejemplo está en la “unión temporoparietal derecha”, varios experimentos en los que personas han recibido descargas eléctricas o un fuerte campo magnético sobre la oreja derecha, cambiaron repentinamente de actitud ante lo moral. Pero también se ha demostrado que efectos similares se observan tocando el llamado “cortex prefrontal ventromedial”,  en pacientes con daño en esa sección del cerebro se ha observado que pierden  la capacidad de evaluar moralmente el comportamiento ajeno, no pudiendo afirmar si lo que alguien hacía estaba bien o mal, pero eso no les impedía entender que era bueno y malo para ellos mismos. Para complicar más las cosas tenemos el ejemplo de Phineas Gage, un caso documentado en el que un daño en la región del “cortex orbitofrontal”, justo por encima del ojo izquierdo, le hizo pasar de ser un trabajador honrado y de ejemplar conducta, a convertirse en un vicioso, libertino y despreocupado. Esto nos lleva a concluir que al igual que con los sentimientos, son muchas las partes del cerebro involucradas en la conciencia moral y no solo una. Con lo cual no podemos simplificar el proceso de funcionamiento de nuestra conciencia, pues incluso en los casos en los que por algún accidente cerebral se pierda, se va recuperando y aprendiendo las normas de nuevo. En otro capítulo ahondaremos en los llamados niños lobo, que no han sido educados en normas de convivencia y lo que podemos decir sobre la conciencia innata en estos.

¿Tienen los animales conciencia?


Muchos aseguran que los animales también poseen conciencia moral. De hecho, en la famosa declaración de Cambridge, en una importante reunión científica en la emblemática universidad del mismo nombre, un grupo de neurocientíficos de renombradas instituciones, como Caltech, el MIT o el Instituto Max Planck, en presencia del científico Stephen Hawking, firmaron un manifiesto afirmando la existencia de "conciencia" en diversos animales no humanos. Pero curiosamente aplicaron el término en la acepción relacionada con la capacidad de los organismos del reino animal para percibir su propia existencia, pues según se afirma en esta declaración, las aéreas del cerebro que nos distinguen del resto de los animales no son las que producen la conciencia. Se deduce por ello, que los animales estudiados poseen conciencia porque las estructuras cerebrales responsables de los procesos que generan la conciencia en los humanos y otros animales son similares.
Está claro que esa opinión, en primer lugar, se refiere más bien a la consciencia, y en segundo lugar está basada en el mismo principio por el que adjudican conciencia en el hombre, tan solo para encontrar mayores semejanzas biológicas, que se demuestran en algunos patrones de comportamiento en los animales. Por ejemplo, a fin de demostrar su tesis, hacen referencia a que los animales también sienten dolor y pena, pueden demostrar tristeza, estrés. En algunos casos se ha observado como algunos chimpancés castigan o disciplinan a sus crías cuando estas no se están portando bien o intentan escapar llevados por la curiosidad hacia ciertos peligros. Algunas aves, al alimentar a sus polluelos administran justicia y equidad al determinar a cuál de ellos le darán cierto alimento. Se mencionan casos de perros que ayudan a sus compañeros atropellados y los rescatan o rescatan a sus dueños; elefantes que lloran la pérdida de algún miembro de la familia, mamíferos que demuestran empatía, equidad y reciprocidad. Pero podemos decir, que en estos casos, de nuevo se confunden sentimientos naturales e instintos familiares, con la conciencia moral, que a mi parecer nada tiene que ver. Y por otro lado, se dejan llevar por la vieja costumbre de querer humanizar la conducta animal y animalizar la humana. 

Siendo realistas, no es posible hacer que un chimpancé u otro mamífero superior muestre normas morales como las que el hombre posee, cambiantes, amoldables y que les haga pensar de una manera hoy y de otra mañana, que les lleve a valorar su vida, incluso por debajo de sus ideas. Eso no es observable en ningún animal, estos por lo general son predecibles en su conducta y, su actuar y toma de decisiones, está manejado por un instinto que por supuesto requiere cierta inteligencia, a fin de calcular y valorar qué hacer en determinadas situaciones para protegerse a sí mismo o a su prole, pero todo es instintivo, programado. Pero en el caso del hombre, el mismo sistema que rige su conciencia, le sirve también para realizar la maldad, es como una voz que le condena o le justifica, lo insta a tomar una determinada acción o decisión, o le impide hacerla con la misma fuerza.

La conciencia es un don que se puede educar y de esa manera se modula la forma de ver las cosas y de actuar ante ellas, yendo más allá de instintos de supervivencia o protección. De lo contrario, la defensa de las ideas carecería de sentido bajo la más mínima presión. Y no sucede así, generalmente. ¿Qué sentido tendría morir por unos ideales, o mostrar lealtad, fidelidad hasta la muerte por algo o por alguien? Por ejemplo, una típica situación que al mundo  cinematográfico gusta recrear, es cuando el bueno suelta las armas y se rinde, en el momento en el que el malo tiene como rehén a un ser querido, como su esposa, amante, hijo o hija, y amenaza con liquidarlas, el “bueno” medita un poco y entonces decide tirar su arma a sabiendas que aquello puede significar su derrota, e incluso su propia muerte. Lo hace pensando, no en su bienestar o ventaja, sino en la del ser amado. Este simple ejemplo, muestra una realidad que solo se da en los humanos. En la vida real, la conciencia puede hacer que lleguemos a anteponer o asignar más valor a otras cosas, que a nuestra propia vida. Es verdad que en la naturaleza hay madres dispuestas a enfrentarse a un enemigo peligroso, pero solo si tiene una mínima posibilidad de tener éxito.

Por supuesto que no todo el mundo está dispuesto a hacer eso, pero muchas personas sí, y no necesariamente está ligado al fanatismo o al desprecio por la vida, sino a unas convicciones que de alguna forma descansan en la conciencia. Pero también al contrario, la conciencia puede justificar un acto que para muchos sea irreverente, irrespetuoso, injusto o hasta criminal, llegando a despreciar la vida de los demás.

Así, por ejemplo están los asesinos a sueldo, estos por lo general llegan a no sentir ningún remordimiento por la labor que realizan, valoran su vida y el beneficio económico que reciben como superior o de más valor que la vida de los demás y no se plantean si lo que hacen está mal o bien, para ellos y su conciencia, esos conceptos de bien o mal no les aplican.

Conciencia colectiva y opinón pública

Por otro lado se habla de conciencia colectiva, haciendo referencia a las creencias compartidas, o las actitudes morales comunes en una sociedad, que de alguna manera funcionan como una fuerza unificadora dentro de un grupo. Y esta fuerza se encuentra separada de la conciencia individual, pero de alguna forma la domina.

Esta es la definición oficial de “conciencia colectiva”, pero bien pudiera hacer referencia a otro tipo de sutil influencia o de control externo intencionado. La manipulación social es un hecho demostrado en todas las sociedades humanas, se basa en crear conciencia en una u otra dirección, haciendo uso del poder de los medios de comunicación, del control de la educación, y en el peor de los casos, valiéndose de la ocultación de la verdad, o directamente del engaño.  Muchos gobiernos han hecho uso de este poder de manipulación, sobre todo en tiempos de guerra, o bajo dictaduras, forzando a que la población albergue odio racial o nacional, aun no siendo lo natural en la conciencia individual. 


 

A menudo se hace referencia también a la llamada opinión pública, aduciendo que esta es la opinión generalizada o estándar de una sociedad. Se habla del sentido común, como medio para actuar dentro de los cánones lógicos de esa sociedad. Pero en realidad tanto una cosa como la otra, van en función de la educación en valores y normas impuestas en una sociedad organizada y por lo general, dependen no de las opiniones mayoritarias, sino las impuestas por el poder dirigente de turno. Siempre ha sido así, por eso surgen diferencias tan grandes en la manera de ver ciertos asuntos, como pueden ser la idea religiosa, el matrimonio, la homosexualidad, la igualdad de sexos y otros asuntos que a lo largo del tiempo han cambiado sustancialmente en la mayoría de las conciencias.

En la sociedad europea y occidental en general se habla de lobbies o grupos de influencia, en algunos casos representan a diferentes industrias, movimientos sociales, gremios de empresarios de las comunicaciones, prensa, radio o de sectores de la economía, la banca, empresas de bolsa, del sector alimenticio, de la medicina, incluso existe el llamado lobby gay, (que entre otras cosas, busca conseguir mayores derechos para el colectivo de LGBT). Todos estos grupos de presión, suelen estar formados por personajes influyentes y con buenos contactos entre los políticos, y que de alguna manera influyen en sus decisiones, en crear opinión pública e influir en la información y educación de la sociedad. Todo eso es, en definitiva, la conciencia colectiva, no podemos decir por tanto que sea algo que surja de la nada, ni de forma natural.

En definitiva, tener conciencia o actuar en conciencia, si bien es sinónimo de obrar bien, de acuerdo a los principios personales o como satisfacción del “yo”, no siempre es el camino más beneficioso, ni el más acertado desde el punto de vista de la vida, en ocasiones actuar en conciencia puede estorbar la convivencia con otros. Y por supuesto, la conciencia no tiene necesariamente nada que ver con la consciencia, tan solo que sin esta segunda, la otra no tiene sentido. Ahora bien ¿qué es entonces la consciencia?


Bibliografía y lecturas sugeridas:

 -Diccionario Real academia de la lengua
 -Perspicacia Tomo 1 pag 520
 -Declaración de Cambridge 7 julio 2012
 -El futuro de nuestra mente - Michio Kaku, Editorial Debate 2014
 -La mente humana - Jose Luis Pinillos, Temas de hoy
 -Introducción a la psicología- George A. Miller, Alianza ediciones






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