¿Existe el sexto sentido?





Cuando hablamos de sexto sentido, nos viene a la mente episodios relacionados con adivinaciones, detección de eventos próximos que de manera instintiva poseen algunas personas. En parte, porque el mundo del cine ha explotado en gran manera esa idea. A nivel científico se dice que algo que diferenció al cerebro humano del primate, fue precisamente la toma de decisiones en armonía con la visión de futuro, algo de lo que los animales parece que carecen. Y esa visión y preocupación sobre el futuro se potencia con la adivinación o la capacidad de preverlo. Pero el problema es que esa técnica de prever el futuro no está aparentemente al alcance de nuestra capacidad cognitiva natural, ni es algo que tenga una razón lógica que la maneje.



Por otro lado, se suele atribuir a algunas personas una capacidad para ver más allá de las apariencias y de las palabras, intuir lo que esconde su interlocutor o lo que está pensando. Existen ciertos ilusionistas conocidos como “mentalistas”, que afirman poseer algunas de estas cualidades. Pero el mentalismo es una rama del ilusionismo, ya que juega precisamente con la interpretación de los gestos, movimientos, tono de voz y otras cosas para averiguar detalles de la persona estudiada. Pero es una cualidad un tanto subjetiva, pues los experimentos a menudo muestran que se trata de conclusiones provenientes de una lógica y cálculo que bien aplicado y explotado, logra sacar conclusiones sorprendentes, pero nada tienen que ver con conexiones entre cerebros o mentes. En el excelente libro de Martin Gardner: "La ciencia, lo bueno, lo malo y lo falso" se demuestra como muchos de estos mentalistas utilizan la sugestión, y el hábil uso de preguntas claves que le conducen a hacer creer que nos leen la mente. 

Pero aún suponiendo que alguien sea capaz de captar lo que piensa la persona que tiene enfrente, existen dificultades físicas insalvables para el común de los mortales. Se sabe que de alguna manera cuando se generan pensamientos, en el cerebro se producen ciertas ondas electromagnéticas que pueden ser detectadas. Estas corrientes eléctricas son de una frecuencia entre los 12 a los 32Hz. La capacidad para leer las frecuencias que pueda transmitir el cerebro, por el momento sólo está al alcance de sofisticados electroencefalógrafos conectados con sondas al cerebro, pues dichas ondas no tienen la potencia suficiente (menos de 5microWatios) para ser captadas a una distancia de más de 10cm. Y en el caso de salir fuera del craneo, lo hacen degradándose por las propias leyes de la física, muy rápidamente. La cantidad de intereferencias externas debído al bombardeo de señales electromagnéticas que nos rodean, hacen inviable una lectura a mayor distancia. Por tanto, difícilmente pueden ser captadas por otra persona a más de un metro, si aquella tuviera la capacidad receptora de sintonizar dichas ondas del pensamiento y pudiera interpretarlas. Hoy por hoy, la única manera viable de poder leer algunas informaciones básicas que fluyen por nuestro cerebro, solo se puede realizar en condiciones muy controladas, en laboratorios especializados y con máquinas complejas unidas al cerebro mediante sondas conectadas a él. Es así y poco se ha avanzado en la comprensión de dichas ondas, más allá de interpretar órdenes para poder movilizar brazos o manos robotizadas, nada se ha conseguido en la intepretación de pensamientos abstractos o palabras pensadas. Así que por allí no parece que podamos seguir considerando la lectura mental como un sexto sentido natural.





¿Y si el sexto sentido tuviese que ver con una función de nuestro subconsciente? Se suele decir que, en contraposición al estado de consciencia, está el subconsciente, que según algunos guarda un potencial infinitamente superior al de la consciencia. Se suele ilustrar con un iceberg, cuya punta visible esconde un descomunal tamaño en la parte inferior. En cualquier caso esta misteriosa parte escondida en nuestro cerebro es como un estado de consciencia interna que no está bajo nuestro control, es decir, nuestro “yo” no puede actuar en el subconsciente.
Por ejemplo, no podemos hacer que nuestro cerebro sueñe determinado sueño, ni controlar ciertos sentidos, o al menos esto se supone. Se dice que la consciencia, durante la vigilia, viene dada por la información que recibimos desde el exterior a través de los cinco sentidos básicos, (la vista el oído, el tacto, el olfato y el gusto). Pero esa información es procesada e interpretada por otra parte del cerebro, donde previamente se almacenan otros datos con los que se interpreta y se crea una realidad, a partir de lo que tiene y recibe. Por esa razón, un sonido así como una melodía, por ejemplo, sugiere a una persona una cosa y a otra, algo totalmente distinto. Todo depende de los recuerdos, el gusto o educación musical, previamente recibidos o no recibidos, esto hace que a algunos les llegue a emocionar cierta música o evocarnos recuerdos de toda clase, mientras que a otros puede causar desagrado o la indiferencia. De alguna manera la percepción que previamente hemos adquirido por nuestra educación, experiencia previa o cultura, interpretan lo que percibimos con nuestros cinco sentidos.



Hay en la naturaleza otros sentidos de los cuales los humanos carecemos o al menos hasta ahora ignoramos que los tenemos. Por ejemplo, se sabe que algunos insectos, aves y ciertas especies marinas, son capaces de percibir campos magnéticos; algunos reptiles disponen de sensores infrarrojos que les sirven para identificar el calor corporal de sus presas; los tiburones poseen un sensor natural llamado electrocepción, que les permite percibir campos eléctricos de muy baja intensidad, como las micro descargas del cerebro, de esa manera encuentran una presa aún estando escondida o camuflada.




En esa misma línea se dice que los humanos desarrollamos un sexto sentido, si bien para muchos es un tema controvertido de dudable aceptación. Otros, sin embargo van más allá, e incluyen una larga lista de más de veinte sentidos a añadir a los cinco clásicos, aunque todos relacionados con ese sexto sentido que se quiere atribuir al hombre, que algunos relacionan con la llamada “percepción extrasensorial”. Este término fue acuñado por Joseph Banks Rhine, quien fue pionero en la parapsicología, cuya teoría consistía en afirmar que con ciertos ejercicios se podía dominar la percepción extrasensorial. En 1930 realizó unos experimentos con las llamadas “Cartas Zener”, una serie de tarjetas con una serie de cinco símbolos clásicos, (circulo, estrella, cruz, cuadrado y líneas onduladas). Su experimento consistía en poner a dos individuos separados en habitáculos contiguos, una con un mazo de cartas Zener y otro sin ellas. El primero barajaba y debía sacar al azar una tarjeta, pensar en ella y dar un toque en la mesa, ir repitiendo esto al menos veinticinco veces. El otro individuo al escuchar cada toque debía anotar en una libreta la tarjeta que le viene a la mente. Para constatar que se ha realizado correctamente debería obtenerse un promedio de cinco aciertos entre veinticinco. Con eso Joseph Banks pretendía demostrar que había una leve comunicación entre cerebros y esa es la percepción extrasensorial. Esta técnica se ha unido a la parapsicología moderna, la cual fue acuñada también recientemente por otro psicólogo, el alemán Max Dessoir, quien en junio de 1889, definió esta pseudociencia como la ciencia del más allá. En realidad la palabra proviene del griego “para”: junto a / psico: mente / logia: estudio. En definitiva, estudiar junto y desde la mente. Y aunque esta técnica de estudio abarca muchas ramas del espiritismo, como la adivinación, la telepatía, la hipnosis telepática y la mediumnidad, a partir de los experimentos de Banks, asoció a estas ramas la relación con la percepción extrasensorial o ESP. Desde entonces, esta rama de la pseudociencia se encarga de dar apoyo y difusión a prácticas como la psicoquinesis, precognición, la clarividencia, o el control  mental, como si de tecnicas científicas se tratase.



  Sobre este asunto, solo diremos que es muy discutible la existencia de dicha percepción extrasensorial, pues mientras un humano sano y común reconoce y utiliza de forma normal y natural sus cinco sentidos sin ningún esfuerzo, sólo ciertos iluminados o carismáticos maestros de la pseudociencia, parapsicólogos o chamanes religiosos en  zonas de bajo nivel cultural, presumen de este tipo de supuestos “poderes mentales”. Este hecho pone en duda si realmente existen o son meras estratagemas psicológicas que provienen de las ciencias ocultas.



Sin embargo, pese a que también produce reticencias, el llamado sexto sentido, según algunos expertos está relacionado con la “intuición” o el poder de presentir un suceso o un peligro, algo que según parece es natural, que todos poseemos, pero que no siempre sabemos controlar. Por ejemplo, cuántas veces no pensamos o recordamos a una persona que hacía años que no veíamos, o simplemente pasa por nuestra mente algo que nos recuerda a ella, y entonces aparece delante de nosotros, nos la encontramos por la calle o nos visita. ¿Causalidad o intuición?



La explicación a este curioso efecto mental puede tener que ver, con la manera como nuestro cerebro almacena los recuerdos y los relaciona con diferentes cosas, lugares o momentos. Por ejemplo, pasamos por cierta cafetería por el que en una ocasión, lejana en el tiempo estuvimos con algún amigo o amiga que llevamos tiempo sin ver. Luego al pasar por un determinado lugar, sentimos el olor de cierta fragancia que otra persona conocida solía llevar y pensamos aunque sea unos milisegundos en esa persona, vemos un rostro que nos recuerda a otra y así durante el día el cerebro va relacionando recuerdos almacenados en diferentes niveles. Muchos de estos pensamientos son instantáneos, pequeños flashes que al día siguiente ya ni siquiera estamos conscientes de haberlos tenido. Pero entonces, de repente sucede que recibimos la visita a nuestra casa u oficina, de una de las personas que anteriormente había sido recordada, por ejemplo la que vino a nuestra mente cuando pasamos por el bar, e inmediatamente nuestro cerebro recuerda que hace unas pocas horas o minutos estábamos pensando en esa persona. ¿Se puede concluir que fue intuición o se debe esto a una extraña o desconocida conexión extrasensorial? En realidad es posible no sea ni una cosa ni la otra, simplemente se deba a pura casualidad, pues lo mismo hubiésemos pensado si nos encontramos con los otros individuos, pero casi siempre se trata de una entre muchas posibilidades de recuerdos que afloran durante un día de nuestras vidas y que ahora los relacionamos con estos encuentros inesperados.



El presentimiento también, según algunas teorías psicológicas, es el conocimiento del individuo que no se basa en una construcción racional, ni ninguna formulación lógica, es un sistema de imposible explicación mediante el cual, el cerebro de la persona que la experimenta utiliza información o experiencia previa, y entonces formula pensamientos presentados, por lo general, como reacciones emotivas repentinas, percepciones o sensaciones. El prestigioso psicólogo Carl Gustav Jung explica que de alguna manera sí es una función que transmite percepciones por medio del inconsciente, por ello es imposible averiguar cómo llega a constituirse dicho pensamiento.



Quizá este sexto sentido esté relacionado más con la capacidad de poder hacer que los demás sentidos trabajen en una determinada dirección. Por ejemplo, se sabe que algunos animales detectan ciertas feromonas u olores característicos que les ayudan a saber, entre otras cosas, cuando una hembra está en celo o el camino seguido por la manada, de alguna manera, utilizan el sentido del olfato de forma extraordinaria y afinada para detectar un determinado olor. Lo mismo se puede decir de la vista nocturna del gato, de otros felinos, o de ciertas rapaces. Su costumbre natural de cazar de noche es gracias a esa capacidad superior de la vista, pero en ambos casos utilizan uno o más de sus sentidos de manera especial, lo que les confiere un super-sentido. En el caso de los humanos, es posible que este sexto sentido esté relacionado con la capacidad del cerebro para detectar, sea por olores, sonidos, o cambios de temperatura, muy leves, algo que no siempre sabemos explicar, pero relacionado con la defensa o protección individual. Algunos antropólogos o evolucionistas concluyen apresuradamente que la intuición es el residuo de un sentido claramente necesario en otros tiempos en los que el hombre debía cuidarse de ser comido por los depredadores. No hay prueba de que los indígenas amazónicos tengan desarrollado este sexto sentido por vivir en modo selvático, salvo que puedan tener mejor desarrollado el olfato y el oído.



En cualquier caso, si se tratase de un sentido dirigido por el subconsciente, es decir, que no podemos controlar o interpretar completamente, no puede entonces considerarse como uno más de los sentidos, pero si como una mejora de los demás. En cualquier caso, estamos dotados de una especie de sistema de alarma o alerta, y a veces sentimos como si nuestro cuerpo nos quiere advertir de algo, si bien no siempre comprendemos qué es, pues esto lo siente nuestro subconsciente. ¿Será posible algún día poder dominar nuestro subconsciente? ¿Nos convertiría esto en super-hombres?




Algunos estudiosos del cerebro y de la mente, piensan que sí es posible eliminar esa dicotomía entre consciencia e inconsciencia. Para ello, aluden a un descubrimiento reciente llevado a cabo en la universidad de St. Louis en Washington. Se trata de una nueva interpretación de la función de la “corteza cingulada”, una zona del cerebro que por lo general se relacionaba con la toma de decisiones, curiosamente esta se encuentra entre los dos hemisferios cerebrales. Bien, pues los científicos de St. Louis demostraron que la “corteza cingulada anterior”, al parecer se encarga de enviar señales específicas de advertencia entre ambos hemisferios, y avisa a nivel subconsciente que alguna cosa no va bien, que una acción o decisión nuestra puede tener efectos nefastos o que el ambiente en el que nos encontramos puede ser peligroso o es distinto al acostumbrado y puede registrarse una sorpresa. Hemos de tener en cuenta que hay ciertas funciones que cada uno de los hemisferios desarrolla de forma casi autónoma y no simétrica con el otro. Así, el hemisferio izquierdo, el que controla la mano derecha, el habla, el pensamiento lógico, coherente, el razonamiento, el cálculo matemático y el orden, mientras el derecho controla la mano izquierda, la imaginación abstracta, la intuición, el sentido artístico, musical, etc. Y hasta hace poco, algunos expertos indicaban que el hemisferio izquierdo es el que domina sobre el otro, por lo general.  Por eso, algunos neurólogos concluyen que en esta corteza radica ese sexto sentido que se relaciona con la adivinación mental, pues hace que esa intuición del hemisferio derecho, pase a formar parte de una lógica abstracta, pero calculada matemáticamente. Hay que decir, no obstante, que aparte de la corteza cingulada, el “cuerpo calloso” es una sección que une ambos hemisferios y también se encarga de hacer que ambos trabajen a la par y en armonía. Un corte de este cuerpo calloso, no impide que el cerebro funcione, pero lo hace de manera anómala, creando una persona con doble personalidad, pero sobre este tema ahondaremos más adelante. En cualquier caso, el cerebro necesita un vinculo de comunicación de ambos hemisferios, cualquier anomalía o defecto en estos vínculos, producen efectos negativos, en la personalidad, la conducta, la manera de comunicarse o entender la realidad.



 Por ejemplo, hay estudios que relacionaron los casos de esquizofrenia o la de los individuos obsesivo-compulsivos, que indican en estos un mal funcionamiento del sistema de alarma, ya que por años se sabía que los aquejados de esa enfermedad mental solían tener una actividad anormal en esa parte del cerebro, (la corteza cingulada), lo cual explicaría la conducta extremadamente errátil y convulsa de estas personas, sus visiones extrañas, sus arranques de pánico injustificado o su compulsiva obsesión y desconfianza, que los hace ver peligros donde no los hay. 




Por otro lado, algunos ven en esto tal vez el camino para poder dominar este sub-sentido, pues si realmente se pudiera desarrollar todo su potencial, controlaríamos de manera más eficaz la toma de decisiones, nos daría más seguridad y potenciaría nuestra percepción a la hora de actuar. Mejorando la comunicación entre hemisferios, conseguiríamos dominar el mundo de la percepción a grado máximo, o tal vez no. Pero por el momento, es imposible determinar qué es el sexto sentido, y lo unico que queda claro es que lo que está en el mundo del subconsciente no está al alcance del yo pensante. La ciencia aún está lejos de comprender dónde y cómo se desarrollan los pensamientos, cuanto menos si estos provienen del subconsciente.



Bibliografía  y libros sugeridos

  -La ciencia: Lo bueno, lo malo y lo falso - Martin Gardner -Alianza editorial
  -Gimnasia cerebral - Monique Le Poncin - Temas de hoy
  -Claves de la psicología - Manuel a Blazquez - Aula Abierta 
  -El futuro de nuestra mente - Michio Kaku 
  -El cerebro - Juan Masana Ronquillo - Aura abierta
  -Cómo desarrollar una máxima capacidad cerebral - Miriam Ehrenberg - Edaf
  -Los engaños de la mente - S.L Macknik - booket
  -Rarología - Richard Wiseman - Circulo de lectores